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viernes, 1 de junio de 2012

La España de los años 40

El año del hambre (economia)

La época más trágica de la era moderna que España ha padecido es sin dudarlo la de los años cuarenta del siglo XX tras la Guerra Civil. Una recesión económica hizo estragos en un país dividido y maltrecho, donde, según las estadísticas, de una población de 26.000.000 de habitantes 300.000 habían tomado el camino del exilio, casi otro tanto abarrotaban las cárceles del gobierno fascista y, por último, mucho más de la mitad de la población restante, por falta del principal componente familiar que pudiera trabajar, muerto en la contienda o preso, que pudiera traer el sustento a la familia pasaba hambre y calamidades en una España católica que sin piedad disfrutaba ver a los ‘malos’ hermanos pagar sus pecados mientras la iglesia aplaudía los actos de nepotismo y excesos del gobierno. Como consecuencia de ello una plaga bíblica se extendió por todo el país con el hambre y las enfermedades como principales protagonistas que se cebó entre aquellos pobres represaliados que se habían convertido en los nuevos parias de la sociedad.
 



En agosto de 1939 se implanta el racionamiento de la población y pronto se comprobó que los alimentos suministrados carecían del mínimo valor nutritivo necesario para la subsistencia ya que estaban compuestos de forma predominantes por garbanzos, patatas, boniatos, pastas para sopas, bacalao y muy de tarde en tarde por carne de membrillo, chocolate terroso incomestible y jabón. Como se puede comprobar el déficit de hidratos de carbono y grasas, así como la carencia de vitaminas, calcio y hierro era evidente. El pan, que antes era el alimento base de las familias modestas, se convirtió en otro apreciado artículo de lujo ya que su racionamiento, en el mejor de los casos, para aquellos que tenían una cartilla de racionamiento de tercera, las cantidades oscilaban entre los 150 y 200 gramos. Tras este desastre floreció un mercado negro de productos que por sus precios sólo estaban al alcance de privilegiados afectos al régimen fascista; el resto de la población se convirtió en devoradores de almortas, altramuces, salazones y castañas.

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